¿Por qué hablar de una pedagogía del abrazo? Porque cada día sabemos más del importante papel que juega en la educación el buen desarrollo emocional y afectivo de los niños y niñas, y también de jóvenes y adultos.
La aún demasiado reciente pandemia de coronavirus demostró que, gracias a los protocolos sanitarios, se salvaron muchas vidas, pero también destruyó muchas formas de contacto físico entre amigos o parientes, como los abrazos y besos frecuentes.
Numerosos estudios han probado la importancia del contacto físico en el desarrollo emocional y físico de los seres humanos (y también en otros animales, como los gatos).
Y es clave en el desarrollo de los niños, sobre todo en la transición de la educación inicial o preescolar a la escuela primaria.
Sin embargo, el contacto físico entre educadores y alumnos, y entre los alumnos mismos, se va reduciendo a medida que crecen, coincidiendo con el aumento de la violencia escolar.
Beneficios de la pedagogía del abrazo
Se ha probado que los abrazos propician la liberación de hormonas como la oxitocina, la dopamina y la serotonina, que disminuyen el estrés y la ansiedad y hacen que nos sintamos bien.
Los abrazos pueden ayudar también a que los estudiantes se enfermen menos, incluso en el caso de enfermedades tan comunes como la gripe. Los abrazos pueden ayudar también a combatir la baja autoestima, un factor que siempre se encuentra detrás de muchos hechos de violencia.
Los abrazos, además, son una forma de comunicación no verbal sumamente efectiva, para expresar emociones como amor, tristeza, dolor, rabia, alegría, etc.
El abrazo en la educación y en el hogar
Aunque muchos padres y docentes conocen los beneficios de la pedagogía del abrazo, este no se pone en práctica por diversos motivos, como el más reciente: el distanciamiento social por razones sanitarias.
Aunque los abrazos son comunes entre los niños y niñas en educación inicial, y entre estos y sus maestros. La situación va cambiando a medida que crecen y, curiosamente, es cuando comienzan a presentarse situaciones de bullying y otras formas de violencia escolar.
Es cierto que muchos educadores prefieren abstenerse del contacto físico con sus estudiantes para evitar malos entendidos; pero también es cierto que este temor también hace que a menudo eviten dar un abrazo que podría hacer mucho bien a una estudiante abatida o a un alumno desmoralizado.
Es importante retomar también en el hogar el abrazo como herramienta para apoyar a los hijos afectiva y emocionalmente. No basta decir que los queremos, hay que reafirmarlo con el contacto físico.
Consejos para los educadores sobre el abrazo
Educadores como Jake Miller, un maestro de Pensilvania, han propuesto algunos consejos para que los docentes sepan cuándo dar un abrazo:
- Dejar que el alumno sea el que dé el primer paso o lo solicite.
- Aceptar que es situacional, no se abraza a un alumno todos los días, pero sí cuando está deprimido, tuvo una pérdida o necesita afecto.
- Prestar atención a las señales: si el alumno o la alumna no se sienten cómodos, evitarlo, y buscar otra forma de brindarle apoyo emocional.
- Entender que no se ve de la misma manera que una maestra mayor abrace a un estudiante, que un joven profesor abrace a una alumna adolescente.